Alteraciones afectivas: anhedonia, incontinencia afectiva, paritimia y otros conceptos
El campo de las emociones en la psicología en general y en la psicopatología (que es en el ámbito en el que nos vamos a centrar en esta entrada) ha sido clásicamente una fuente de confusión y desacuerdo, en parte debido a la falta de claridad conceptual y de comprensión de cómo las emociones pueden volverse psicopatológicas -es decir, identificar una enfermedad mental subyacente a las mismas-. Por lo tanto, para determinar si un estado emocional es psicopatológico/desadaptativo o normal/adaptativo -aunque habría que ahondar más en estos términos ya que no es algo puramente dicotómico y simple-, habrá que tener en cuenta diferentes parámetros, como la forma de aparición (si está relacionado o no con algún estímulo, ya sea interno o externo), o factor situacional; el grado de proporcionalidad, el rango de la respuesta afectiva, el grado de reactividad afectiva, el grado de adecuación de las emociones y su grado de movilidad.
Ninguno de los estados emocionales que se van a explicar aquí son en sí mismo algo patológico -que impliquen algún trastorno o deterioro emocional-, y muchos de ellos pueden ser tomados desde una perspectiva psicológica o desde una perspectiva psicopatológica, pero en este post en concreto vamos a centrarnos en la perspectiva psicopatológica, reiterando que aunque el lector se pueda sentir identificado con alguno de estos términos, no puede asumir que tenga algún trastorno emocional, mental u orgánico.
Dentro de las alteraciones afectivas cuantitativas, partiendo de la idea tradicional de la existencia de un continuo entre los distintos estados de ánimo se hablaría de eutimia para describir un estado de ánimo equilibrado, caracterizado por una sensación de tranquilidad y bienestar. Por otro lado, la hipertimia se utiliza para designar un sentimiento exagerado y desproporcionado de bienestar, en el que la persona se siente alegre, optimista y llena de energía (también llamado estado de ánimo expansivo o elación del estado de ánimo). En el polo opuesto se encuentra la hipotimia, siendo un estado de ánimo decaído, donde la persona se siente apenada, afligida, triste. También para referirse a ello se ha utilizado tradicionalmente el término distimia, aunque etimológicamente este último es más genérico. Algo similar ocurre con el término disforia, que etimológicamente alude a cualquier estado de ánimo que sea displacentero o molesto para la persona.
Desde una perspectiva cualitativa, algunas alteraciones de los estados emocionales serían los siguientes:
Labilidad afectiva: presencia de cambios rápidos en el estado emocional que pueden estar desencadenados o no por estímulos del contexto. Implica una intensificación de las emociones acompañada por una inestabilidad en su persistencia, es decir, las emociones que experimenta la persona son intensas y duran poco tiempo, pudiendo pasar rápidamente de un estado emocional a otro. Generalmente esta persiste durante breves espacios de tiempo (minutos), y puede estar presente en diferentes cuadros clínicos del estado de ánimo, como trastornos de la personalidad, cuadros clínicos del estado de ánimo, episodios psicóticos agudos y en trastornos neurológicos, y suele ir acompañado de incontinencia afectiva.
Incontinencia afectiva: falta de control de la expresión afectiva. La persona manifiesta emociones de manera muy rápida, de intensidad y duración excesiva en relación con los estímulos desencadenantes, y que no puede dominar. A veces la persona es consciente de esto, pero es incapaz de controlarlas. Esta alteración puede presentarse en muchos trastornos mentales (depresivos, bipolares, trastorno de la personalidad y psicosis), así como trastornos de base orgánica (demencias, daños cerebrales...).
Ambivalencia afectiva: coexistencia de sentimientos positivos y negativos hacia un mismo objeto, vivencia o persona. A diferencia de la labilidad afectiva donde se alternan emociones distintas, en este caso se experimentan al mismo tiempo emociones contradictorias respecto a una misma experiencia. Esta alteración es un síntoma bastante inespecífico ya que puede aparecer en una alta gama de situaciones, tanto normales como patológicas (trastornos de ansiedad, depresión, trastornos de personalidad, esquizofrenia...).
Rigidez afectiva: afecta tanto al rango de estados emocionales que experimenta la persona como a su capacidad de flexibilidad o modulación afectiva. Es decir, la persona presenta estados emocionales fijos y persistentes que no se modulan o cambian en función de las variaciones o valencia emocional de las circunstancias del contexto. Es importante distinguir esta alteración de la frialdad o diferencia afectiva ya que esta última implica, como veremos, déficit en la capacidad para experimentar emociones. La rigidez afectiva puede presentarse en la esquizofrenia, en el trastorno de ansiedad generalizada, en depresiones y episodios maníacos, demencias, etc.
Indiferencia afectiva, frialdad afectiva, embotamiento y aplanamiento emocional: todos estos términos aluden a la carencia o falta de capacidad para experimentar respuestas afectivas, es decir, falta de reactividad emocional, insensibilidad emocional. Se manifiesta a través de una expresión facial inmutable, expresión facial pobre, falta de inflexión vocal, disminución de los movimientos voluntarios y un escaso contacto visual, además de la incapacidad para involucrarse emocionalmente en los propios actos y con los demás, la insensibilidad a la recompensa y al castigo, así como falta de empatía. Puede aparecer en trastornos de la personalidad, en cuadros depresivos graves (en este último caso suele tratarse de una experiencia subjetiva de pérdida de sentimientos más que en una ausencia objetivamente observable, y estos pacientes muestran culpabilidad por su falta de sentimientos). Suele ir acompañada de apatía (falta de motivación) y abulia (incapacidad para iniciar o llevar a cabo acciones dirigidas a propósitos).
Paratimia, afecto discordante o inadecuado: se manifiesta cuando las emociones de la persona no se corresponden con el contenido de sus vivencias o el contexto en el que se producen. Por ejemplo, un paciente puede estar narrando el accidente grave que ha sufrido su hijo mientras se ríe de forma descontrolada, y se presenta de forma frecuente en pacientes con esquizofrenia y trastornos orgánico-cerebrales.
Anhedonia: pérdida de la capacidad para experimentar placer o disfrute. Es decir, las actividades que previamente generaban a la persona experiencias de agrado y disfrute dejan de suscitar estas reacciones, y la persona deja de mostrar ilusión o interés por ellas. Incluye deficiencias en los procesos de evaluación de las recompensas, la anticipación, la motivación y la toma de decisiones. Es considerado uno de los síntomas fundamentales de la depresión y probablemente uno de los mejores índices clínicos para predecir la respuesta al tratamiento. No obstante está presente en otros trastornos como la esquizofrenia (donde hay una ausencia de capacidad de experimentar placer en las relaciones interpersonales), trastorno de estrés postraumático y algunos trastornos de la personalidad.
Alexitimia: Etimológicamente significa "la falta de palabras para los afectos", y en lenguaje psicopatológico se traduce como la incapacidad para identificar o reconocer las propias emociones. Es decir, la persona muestra una escasa conciencia de sus estados emocionales, confusión respecto a los mismos y por tanto, dificultad para expresarlos, describirlos y comunicarlos, e implica incapacidad para discriminar entre sensaciones corporales y sentimientos, escasez de fantasías, pensamiento literal, concreto, repleto de descripciones detallistas a veces superfluas, pero carente de contenido emocional. Aparecen en una amplia variedad de cuadros clínicos como el estrés postraumático, trastornos disociativos, depresión, esquizofrenia o abuso de sustancias.
Fuente bibliográfica:
Manual de Psicopatología Vol. I de la UNED.
Entradas relacionadas:
-Emociones: nociones básicas y funciones.
-La depresión duele, literalmente.
-Las actitudes emocionales cognitivas vs las emociones.
Comentarios
Publicar un comentario