¿Qué es la disociación?
Es irónico que un concepto que en su inicio se relacionaba con la histeria y aludía exclusivamente a mujeres insatisfechas sexualmente pronto fuera rebatido por el hecho de que eran mayoritariamente los hombres que venían de la guerra quienes mostraban este síntoma por el trauma psicológico al que habían sido expuestos. Otro de los motivos por los que se empezó a estudiar este concepto fue por la mayor visibilización que se empezó a dar en el siglo pasado al maltrato intrafamiliar y al abuso sexual -a raíz de esto surgieron los llamados "Movimientos de las falsas memorias", cuyo cometido era denunciar que eran los propios terapeutas los que inducían a los pacientes recuerdos falsos sobre un posible abuso o maltrato en la infancia que esta persona no podía recordar-. Pero los datos empíricos tumbaron este movimiento, ya que si bien los recuerdos recuperados después de períodos de amnesia, o las memorias infantiles no pueden ser tomados con literalidad, la hipótesis de que las memorias de abuso son sistemáticamente falsas no ha tenido ningún apoyo empírico.
Tras esta breve introducción por tanto cabe destacar que la piedra angular y desencadenante de la disociación es un trauma -aunque esta relación no es directa-, pero también hay que tener en cuenta los diferentes significado que se le han atribuido a la palabra "disociación", tanto en el ámbito psicopatológico como en otros.
Los fenómenos disociativos no son necesariamente patológicos -no entrañan una enfermedad mental-. Por ejemplo, el concepto de disociación normativa se refiere a fenómenos como quedarse absorto en una actividad, soñar despierto o quedarse inmerso en fantasías y ensoñaciones. Existen también cambios en el estado de conciencia que no tienen como base una condición inducida orgánicamente o un trastorno mental, que implican la alteración o separación temporal de lo que se experimenta normalmente como procesos mentales integrados. Así, la función de la disociación podría atenuar la influencia de acontecimientos vitales estresantes vividos, protegiendo a la persona al reducir el impacto psicológico de los mismos y facilitando la superviviencia. Pero cuando es crónica, genera sufrimiento y deterioro significativo y se considera psicopatológica.
Es difícil hablar de la disociación sin aludir a conceptos más complejos de la psicopatología en los que no voy a entrar. Una famosa agrupación de la síntesis de los diferentes matices con los que el término "disociación" aparece en la literatura científica son los siguientes:
1. Disociación como módulos o sistemas mentales no conscientes o no integrados. Aquí no existiría un concepto de la mente unitaria, sino que se podrían dar tres situaciones: a) La disociación como ausencia de la percepción consciente de estímulos estresantes o salientes (por ejemplo, estar percibiendo algo sin darnos cuenta de ello en el instante, o realizar algún acto motor sin tener un control continuo y constante sobre él), b) La disociación como coexistencia de sistemas mentales separados que pueden estar integrados en la conciencia de la persona, su memoria o identidad (el ego) -aquí encontraríamos el Trastorno de personalidad múltiple, cuyo concepto ha sido sustituido por el de trastorno por identidad disociativa (TID), en el que los diversos estados mentales se alternan en la misma persona, con barreras amnésicas entre los estados que las hacen excluyentes), y c) La disociación entre la conducta o percepción inconsistente con la introspección verbal relatada por el sujeto (por ejemplo, llorar sin experimentar tristeza, o relatar un evento traumático sin ninguna emoción).
2. La disociación como alteración en la conciencia normal experimentada como una desconexión del yo o del entorno (como la despersonalización -sentir que eres un mero observador de lo que haces, piensas o sientes, mientras que funcionas en una especie de "automático", desconectado de ti- y la desrealización -los eventos que pasan se tornan como algo irreal, extraño, ajeno-). Esto es cualitativamente diferente a experiencias ordinarias, no son una simple disminución del nivel de conciencia.
3. Disociación como mecanismo de defensa. Implicaría un rechazo intencional (no necesariamente consciente) de contenidos emocionales dolorosos. Así, se inhibirían el conocimiento de recuerdos, sentimientos y percepciones asociadas a experiencias traumáticas -como la respuesta de congelación de un animal cuando es alcanzado por un depredador, un mecanismo de supervivencia que sirve para desanimar al depredador de su ataque y conservar la energía para una potencial huida, o generar una auto-anestesia para minimizar el dolor-.
La disociación se define por tanto como una interrupción o discontinuidad en la integración normal de la conciencia, la memoria, la identidad propia y subjetiva, la emoción, la percepción, la identidad corporal, el control motor y el comportamiento. Pero sigue existiendo confusión por la falta de una definición consensuada. Por otra parte, otros autores proponen una distinción de la disociación como compartamentalización (fallo parcial o completo en la capacidad para controlar deliberadamente procesos o acciones que habitualmente están bajo control voluntario) y como distanciamiento (alejamiento de los procesos mentales, el cuerpo o la realidad externa, como en la despersonalización antes mencionada).
Se describe también como una compartimantalización o multiplicidad derivada de la desorganización del apego; esto es, al existir un conflicto entre motivaciones, y estar expuesto el niño a experiencias de apego incompatibles de modo simultáneo, o rápidamente alternantes -como vincularse a un adulto para protegerse, siendo este adulto a la vez atemorizante-, se construirían modelos operativos internos mutuamente incompatibles e incoherentes. Estos modelos contradictorios generan una autopercepción fragmentada y compartimentalizada que comprometerían la organización de la autoconciencia. Así, el individuo se alejará de todo esto para poder tolerar esa contradicción (como la disociación como solución contra la incoherencia entre lo que pensamos y sentimos). Al existir estados del sí mismo que se sienten completamente ajenos entre sí, que son tan discrepantes que no pueden coexistir en un simple estado de conciencia, estos no pueden estar activos simultáneamente sin generar una desestabilización de la estructura del sí-mismo (como en el trastorno de personalidad múltiple, o ahora llamado Trastorno de Identidad Disociativo, donde existen dos o más personalidades o identidades, o estados de personalidad que se manifiestan cada vez solo una de ellas).
Por último, mencionar que como fruto de la disociación podemos encontrarnos con diferentes trastornos o síntomas psicpatológicos como la amnesia, la personalidad múltiple, los trastornos conversivos, la fragmentación del sentido del "self", las somatizaciones persistentes, la alexitimia, la fuga disociativa, los estados de trance, la histeria de conversión, o la pseudodemencia histérica o síndrome de Ganser.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Manual de Psicopatología de la UNED.
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