Psicología e inteligencia artificial
La inteligencia artificial (I.A.), cuya paternidad se le suele conferir al inglés Turing, coincidió con el auge del cognitivismo en la psicología, a partir de los años 60. Turing diseñó una prueba conocida como "la prueba de Turing", base de la inteligencia artificial, que pretendía resolver por la vía práctica la cuestión de si las máquinas pueden pensar. Vamos, por tanto, a hablar en todo momento de teorías y pensamientos que se tenían en los 50-60, algunas de las cuáles se mantienen en duda hasta día de hoy, y otras que han sido refutadas.
LA PRUEBA DE TURING
Imaginemos una situación en la que una persona recibe respuesta mecanografiadas a las preguntas que envía a la habitación de al lado, con la cual no tiene otro medio de comunicación. En esa habitación hay un hombre y una mujer, y el objetivo de quien recibe las respuestas es adivinar cuál es el hombre y cuál la mujer, pero teniendo en cuenta que el objetivo es engañarle y, por tanto, mentirá. Supongamos ahora que una máquina sustituye al hombre. ¿Sería capaz de darse cuenta de la sustitución la persona que hace las preguntas? Dicho en términos generales: sin contacto sensorial directo, ¿podría un ser humano averiguar si su interlocutor es una persona o una máquina? En caso negativo, Turing pensaba que se podía afirmar que las máquinas pensaban -Sí, un pensamiento bastante contundente... ¿y estúpido?-. Pese a la sencillez de la formulación, la prueba de Turing fue muy controvertida, aunque su idea de que las máquinas pensaban se extendió rápidamente en la década de los 50. De hecho, se comenzó a hablar de "la analogía o metáfora del ordenador", según la cuál un ordenador podría ser un buen modelo para explicar la mente humana y, por tanto, la inteligencia artificial podría tener implicaciones psicológicas importantes.
LA ANALOGÍA DEL ORDENADOR
La analogía del ordenador sigue vigente por la psicología cognitiva y la neurociencia hasta básicamente hoy en día, aunque sigue siendo controvertida. Esta idea se basa en una superposición de dos distinciones: la clásica distinción de "cuerpo" y "alma", y la distinción técnica entre el ordenador y los programas implementados en él. Así, la mente equivaldría a los programas -software-, y el cuerpo, o más bien el cerebro y el sistema nervioso, al hardware.
Se comparaba así al ordenador con un cerebro -de hecho, los ordenadores comenzaron a llamarse "cerebros electrónicos"-, y fue entonces cuando penetró en la psicología, a mediados de los 60. Ahora bien, desde muy pronto coexistieron dos sensibilidades distintas a la hora de entender la analogía del ordenador: algunos la interpretaban en sentido fuerte y literal, y otros en sentido débil o puramente metafórico. La psicología cognitiva siempre ha estado más representada por la interpretación débil de la analogía, mientras que la versión fuerte es más propia de la inteligencia artificial.
En su sentido débil la analogía del ordenador supone que la mente humana no es realmente un programa informático, sino que los programas informáticos simulan el funcionamiento de la mente y, por tanto, puede tener un gran valor heurístico -un gran atajo- a la hora de entender las leyes que regulan dicho funcionamiento, hablando por ejemplo de secuencias de instrucciones algorítmicas o diagramas de flujo de información semejantes a los empleados para representar los programas informáticos -es decir, en psicología se utilizan muchos términos de la informática, sobre todo del procesamiento de la información, pero no en sentido estricto, sino en forma de metáfora-. Por lo tanto, para la psicología cognitiva, la simulación del pensamiento realizada por los ordenadores o máquinas es solo eso, simulación, no auténtico pensamiento.
En su sentido fuerte, la analogía del ordenador supone que no hay una diferencia sustancial entre la mente y un programa informático. Si es posible representar el funcionamiento de la mente mediante los mismos recursos que se utilizaban para escribir un programa de ordenador, entonces es que la mente no difiere en nada de un ordenador. La mente no es más que un sistema de cómputo. Trasladado a la inteligencia artificial, eso significa que las máquinas realmente piensan, a través de algoritmos -por ejemplo, desde que un ordenador pueda ganar una partida de ajedrez hasta demostrar un teorema matemático; algoritmos que, según ellos, los seres humanos utilizamos para resolver esos problemas-. Defendían que cualquier clase de inteligencia, humana o no, consiste en un procesamiento de símbolos. Nótese, eso sí, que la versión fuerte de la metáfora del ordenador no implica que los circuitos neuronales sean equivalentes a los circuitos del ordenador, y que la mente es lo mismo que un programa informático pero implementado en un soporte orgánico y no en circuitos integrados de silicio.
En realidad, podríamos decir que "analogía" sería más bien utilizado por la versión fuerte, y "metáfora" por la versión débil. Bien, pues es en 1932 cuando Searle, uno de los más críticos de la analogía del ordenador, realiza un experimento llamado "la habitación china" para demostrar que si aplicáramos la prueba de Turing en la vida real, estaríamos obligados a sostener a que se puede hablar un idioma sin entender el significado de sus palabras.
LA HABITACIÓN CHINA
El argumento es el siguiente: consideremos un ordenador en el que se ha instalado un programa de traducción de chino -como un traductor automático, por ejemplo, el mítico Traductor Google de hoy en día-. ¿Diríamos que por instalar este traductor el ordenador entiende chino?
Imaginemos a una persona que no habla chino, y se mete en una habitación donde encuentra papelitos con símbolos chinos, es decir, ideogramas cuyo significado desconoce. Ahora, esta persona recibe una hoja de instrucciones, donde se le pide que combine los símbolos chinos de una determinada manera y saque la combinación fuera de la habitación. Pues bien, tras hacer esto varias veces con nuevos símbolos y nuevas instrucciones, la persona se entera de que los ideogramas que le daban eran preguntas de hablantes chinos que estaban fuera de la habitación, y las instrucciones le servían para combinar los símbolos de tal modo que la combinación resultante consistía a responder a esas preguntas. Dado que había seguido bien las instrucciones, los chinos de fuera pensaban que era un chino el que estaba respondiendo a las preguntas. Obviamente, nadie diría que la persona de la habitación sabía chino.
CONCLUSIONES
Para resumir; lo que quería decir Searle con su ejemplo de la habitación china es que la mente no sólo consiste en sintaxis -concatenaciones de símbolos, procesándose según cierta reglas-, sino que también incluye contenido semántico, o sea, significados. Los símbolos son símbolos de algo, y conocer ese algo es esencial para comprender el funcionamiento de la mente.
Además, la analogía del ordenador ni siquiera valdría como metáfora -o sea, en su versión débil-, porque no es una metáfora, sino una metonimia --toma la parte por el todo-. Los ordenador no son más que instrumentos de los que se sirve nuestra actividad. No sirven como modelos de nuestra actividad porque son parte de ella. Son herramientas nuestras, con las que intentamos lograr ciertos propósitos. Por sí mismos, ellos no actúan. Su funcionamiento es puramente mecánico. No se les puede atribuir funciones psicológicas. Somos nosotros quienes leemos el resultados del funcionamiento del ordenador en términos de información. Sólo cabe hablar de información cuando es informativa para alguien. Los símbolos sólo son símbolos para quien sepa interpretarlos como tales. Y las instrucciones son solo instrucciones desde el punto de vista del programador humano, que es quien las escribe persiguiendo determinados fines, como traducir un texto, guiar un misil, ganar una partida de ajedrez..., etc.
Más adelante redactaré un par de artículos más sobre esta temática de inteligencia artificial, procesamiento de la información y psicología, ya que esta entrada se basa sobre todo en un aspecto concreto de la psicología cognitiva y la inteligencia artificial y en una época concreta, pero el tema da para mucho más -sobre todo en la actualidad y relacionado con otros temas, como por ejemplo las emociones y motivaciones, como en Her o Black Mirror, etc-.
Fuente: Manual de Historia de la Psicología de la UNED.
LA PRUEBA DE TURING
Imaginemos una situación en la que una persona recibe respuesta mecanografiadas a las preguntas que envía a la habitación de al lado, con la cual no tiene otro medio de comunicación. En esa habitación hay un hombre y una mujer, y el objetivo de quien recibe las respuestas es adivinar cuál es el hombre y cuál la mujer, pero teniendo en cuenta que el objetivo es engañarle y, por tanto, mentirá. Supongamos ahora que una máquina sustituye al hombre. ¿Sería capaz de darse cuenta de la sustitución la persona que hace las preguntas? Dicho en términos generales: sin contacto sensorial directo, ¿podría un ser humano averiguar si su interlocutor es una persona o una máquina? En caso negativo, Turing pensaba que se podía afirmar que las máquinas pensaban -Sí, un pensamiento bastante contundente... ¿y estúpido?-. Pese a la sencillez de la formulación, la prueba de Turing fue muy controvertida, aunque su idea de que las máquinas pensaban se extendió rápidamente en la década de los 50. De hecho, se comenzó a hablar de "la analogía o metáfora del ordenador", según la cuál un ordenador podría ser un buen modelo para explicar la mente humana y, por tanto, la inteligencia artificial podría tener implicaciones psicológicas importantes.
LA ANALOGÍA DEL ORDENADOR
La analogía del ordenador sigue vigente por la psicología cognitiva y la neurociencia hasta básicamente hoy en día, aunque sigue siendo controvertida. Esta idea se basa en una superposición de dos distinciones: la clásica distinción de "cuerpo" y "alma", y la distinción técnica entre el ordenador y los programas implementados en él. Así, la mente equivaldría a los programas -software-, y el cuerpo, o más bien el cerebro y el sistema nervioso, al hardware.
Se comparaba así al ordenador con un cerebro -de hecho, los ordenadores comenzaron a llamarse "cerebros electrónicos"-, y fue entonces cuando penetró en la psicología, a mediados de los 60. Ahora bien, desde muy pronto coexistieron dos sensibilidades distintas a la hora de entender la analogía del ordenador: algunos la interpretaban en sentido fuerte y literal, y otros en sentido débil o puramente metafórico. La psicología cognitiva siempre ha estado más representada por la interpretación débil de la analogía, mientras que la versión fuerte es más propia de la inteligencia artificial.
En su sentido débil la analogía del ordenador supone que la mente humana no es realmente un programa informático, sino que los programas informáticos simulan el funcionamiento de la mente y, por tanto, puede tener un gran valor heurístico -un gran atajo- a la hora de entender las leyes que regulan dicho funcionamiento, hablando por ejemplo de secuencias de instrucciones algorítmicas o diagramas de flujo de información semejantes a los empleados para representar los programas informáticos -es decir, en psicología se utilizan muchos términos de la informática, sobre todo del procesamiento de la información, pero no en sentido estricto, sino en forma de metáfora-. Por lo tanto, para la psicología cognitiva, la simulación del pensamiento realizada por los ordenadores o máquinas es solo eso, simulación, no auténtico pensamiento.
En su sentido fuerte, la analogía del ordenador supone que no hay una diferencia sustancial entre la mente y un programa informático. Si es posible representar el funcionamiento de la mente mediante los mismos recursos que se utilizaban para escribir un programa de ordenador, entonces es que la mente no difiere en nada de un ordenador. La mente no es más que un sistema de cómputo. Trasladado a la inteligencia artificial, eso significa que las máquinas realmente piensan, a través de algoritmos -por ejemplo, desde que un ordenador pueda ganar una partida de ajedrez hasta demostrar un teorema matemático; algoritmos que, según ellos, los seres humanos utilizamos para resolver esos problemas-. Defendían que cualquier clase de inteligencia, humana o no, consiste en un procesamiento de símbolos. Nótese, eso sí, que la versión fuerte de la metáfora del ordenador no implica que los circuitos neuronales sean equivalentes a los circuitos del ordenador, y que la mente es lo mismo que un programa informático pero implementado en un soporte orgánico y no en circuitos integrados de silicio.
En realidad, podríamos decir que "analogía" sería más bien utilizado por la versión fuerte, y "metáfora" por la versión débil. Bien, pues es en 1932 cuando Searle, uno de los más críticos de la analogía del ordenador, realiza un experimento llamado "la habitación china" para demostrar que si aplicáramos la prueba de Turing en la vida real, estaríamos obligados a sostener a que se puede hablar un idioma sin entender el significado de sus palabras.
LA HABITACIÓN CHINA
El argumento es el siguiente: consideremos un ordenador en el que se ha instalado un programa de traducción de chino -como un traductor automático, por ejemplo, el mítico Traductor Google de hoy en día-. ¿Diríamos que por instalar este traductor el ordenador entiende chino?
Imaginemos a una persona que no habla chino, y se mete en una habitación donde encuentra papelitos con símbolos chinos, es decir, ideogramas cuyo significado desconoce. Ahora, esta persona recibe una hoja de instrucciones, donde se le pide que combine los símbolos chinos de una determinada manera y saque la combinación fuera de la habitación. Pues bien, tras hacer esto varias veces con nuevos símbolos y nuevas instrucciones, la persona se entera de que los ideogramas que le daban eran preguntas de hablantes chinos que estaban fuera de la habitación, y las instrucciones le servían para combinar los símbolos de tal modo que la combinación resultante consistía a responder a esas preguntas. Dado que había seguido bien las instrucciones, los chinos de fuera pensaban que era un chino el que estaba respondiendo a las preguntas. Obviamente, nadie diría que la persona de la habitación sabía chino.
CONCLUSIONES
Para resumir; lo que quería decir Searle con su ejemplo de la habitación china es que la mente no sólo consiste en sintaxis -concatenaciones de símbolos, procesándose según cierta reglas-, sino que también incluye contenido semántico, o sea, significados. Los símbolos son símbolos de algo, y conocer ese algo es esencial para comprender el funcionamiento de la mente.
Además, la analogía del ordenador ni siquiera valdría como metáfora -o sea, en su versión débil-, porque no es una metáfora, sino una metonimia --toma la parte por el todo-. Los ordenador no son más que instrumentos de los que se sirve nuestra actividad. No sirven como modelos de nuestra actividad porque son parte de ella. Son herramientas nuestras, con las que intentamos lograr ciertos propósitos. Por sí mismos, ellos no actúan. Su funcionamiento es puramente mecánico. No se les puede atribuir funciones psicológicas. Somos nosotros quienes leemos el resultados del funcionamiento del ordenador en términos de información. Sólo cabe hablar de información cuando es informativa para alguien. Los símbolos sólo son símbolos para quien sepa interpretarlos como tales. Y las instrucciones son solo instrucciones desde el punto de vista del programador humano, que es quien las escribe persiguiendo determinados fines, como traducir un texto, guiar un misil, ganar una partida de ajedrez..., etc.
Más adelante redactaré un par de artículos más sobre esta temática de inteligencia artificial, procesamiento de la información y psicología, ya que esta entrada se basa sobre todo en un aspecto concreto de la psicología cognitiva y la inteligencia artificial y en una época concreta, pero el tema da para mucho más -sobre todo en la actualidad y relacionado con otros temas, como por ejemplo las emociones y motivaciones, como en Her o Black Mirror, etc-.
Fuente: Manual de Historia de la Psicología de la UNED.
Comentarios
Publicar un comentario