Las nuevas formas de racismo
Durante las últimas décadas se han desarrollado diversas teorías que tratan de dar respuesta a la evolución del prejuicio racial, tanto en Estados Unidos como en Europa. Actualmente, en las sociedades occidentales casi nadie reconoce abiertamente ser prejuicioso o rechazar a otros grupos. De hecho, los datos revelan que las desigualdades entre los distintos grupos étnicos no han disminuido en los últimos años, y que el prejuicio sigue estando presente; lo que ocurre es que ahora se valoran ideales democráticos, igualitarios y tolerantes, y se rechaza e inhibe la expresión abierta de actitudes y/o comportamientos discriminatorios. Es decir, el prejuicio directo, abierto y manifiesto ha sido sustituido por nuevas formas de prejuicio más encubiertas. Por eso, continuamos discriminando a grupos minoritarios, pero apelando para ello a causas no prejuiciosas. Así, el odio y la hostilidad manifiesta se convierte en incomodidad, inseguridad o miedo, negación de sentimientos positivos hacia ellos o ambivalencia. A pesar de los movimientos a favor de los derechos civiles, esos cambios formales no eliminan ni mucho ni menos las creencias arraigadas culturalmente.
RACISMO AVERSIVO
Este modelo se basa principalmente en la negación por parte de los blancos de ser prejuiciosos y los sentimientos y creencias inconscientes que mantienen hacia los grupos minoritarios -marroquíes, negros...- transmitidas de generación en generación y potenciadas institucionalmente durante muchos años. No reflejan una hostilidad abierta, sino cierta incomodidad, inseguridad e incluso miedo. Muestra así un favoritismo hacia el propio grupo -es decir, los blancos/españoles- más que un rechazo a los negros/musulmanes/chinos/etc. Aunque no defienda una inferioridad genética de los negros u otros grupos minoritarios, sí refleja una creencia en la superioridad de los blancos/españoles. Por tanto, se experimenta una ambivalencia de sesgos raciales inevitables y de adherencia a principios no discriminatorios.
Las acciones de los racistas aversivos son más variables e inconsistentes que los tradicionales. Así, en ocasiones discriminan, y en otras no. Como conscientemente reconocen y defienden valores igualitarios y realmente aspiran a ser no prejuiciosos, no discriminarán en situaciones en las que existan normas sociales claras y en las que la discriminación sería obvia para ellos y para los demás. Sin embargo, debido a que poseen sentimientos negativos, en otras ocasiones los expresarán, pero de modo indirecto y racional, cuando puedan justificar o racionalizar una respuesta negativa basándose en factores distintos a los raciales, manteniendo así su autoconcepto de personas no prejuiciosas.
Por lo tanto, defienden un tratamiento igualitario y justo hacia los grupos, y a pesar de sus buenas intenciones conscientes, inconscientemente experimentan incomodidad. A pesar de no ser intencionado, las consecuencias de este racismo pueden ser tan dramáticas como las del racismo tradicional -una amenaza al bienestar de los grupos minoritarios y la restricción de oportunidades-. Además, este racismo se suele dar en personas que se consideran más bien "progresistas" y no "conservadoras".
Un estudio realizado en 2002 en Estados Unidos, consistente en interacciones entre personas blancas y negras, ponía de manifiesto que las personas blancas consideraban que su interacción había sido satisfactoria y no prejuiciosa, mientras que las personas negras se habían sentido insatisfechos e incómodos con la conducta de su compañero, por lo que las impresiones que intentaban transmitir los blancos no eran tan buenas como ellos creían.
En España, por ejemplo, este racismo se ve potenciado porque los inmigrantes no son ciudadanos de pleno derecho, por lo que se les percibe como una amenazaba para nuestro bienestar.
RACISMO MODERNO
Los racistas modernos perciben que los inmigrantes están amenazando los valores de la cultura del país, basados en la meritocracia. Por tanto, defienden los valores tradicionales de su cultura, y creen que los inmigrante no respetan esos valores y se aprovechan de la "discriminación positiva". Suele darse más entre personas conservadoras, y no se consideran racistas porque "sus creencias son hechos objetivos", y consideran que en la actualidad no existe discriminación hacia los inmigrantes porque "tienen las mismas oportunidades en el mercado laboral y en la sociedad en general que el resto". Además, cree que las demandas de los inmigrantes son excesivas y que se les da más de lo que merecen.
Así, los racistas modernos comparten con los racistas antiguos algunos sentimientos negativos hacia los inmigrantes, pero no asumen estereotipos tradicionales negativos (no creen, por ejemplo, que sean menos inteligentes), ni están de acuerdo con medidas segregacionistas. Por tanto, el punto clave es la transgresión de los valores tradicionales por parte de los inmigrantes. Justifican su inferioridad porque perciben una inferioridad cultural -en vez de genética, como los racistas tradicionales-. Por ejemplo, "los inmigrantes aquí enseñan a sus hijos valores diferentes de los del país". "Los inmigrantes ocupan puestos de trabajo que deberían ser ocupados por ciudadanos españoles" -esta segunda frase no me cansaré de escucharla-.
RACISMO AMBIVALENTE
Este concepto insiste en el conflicto emocional que experimentan los blancos/españoles al mantener dos actitudes contradictorias, experimentando sentimientos positivos y negativos hacia grupos raciales estigmatizados: por una parte, el igualitarismo y la defensa de valores democráticos y humanitarios, y por otra parte, el individualismo -según el cuál cada uno es responsable de su propio destino-, favoreciendo que se hagan atribuciones internas de la situación desfavorable de los inmigrantes y basándose en características personales.
Se diferencia del racista aversivo de que este no es consciente de estos sentimientos ambivalentes. Además, esta ambivalencia hace que se den respuestas más extremas -tanto positivas como negativas- para proteger la propia autoestima, y la dirección de la respuesta dependerá de que la accesibilidad relativa de sentimientos favorables o desfavorables hacia el colectivo.
MODELO DE DISOCIACIÓN
Este modelo describe la paradoja del prejuicio, y la contradicción entre las respuestas basadas en estereotipos culturales y sus creencias personales.
Así, los estereotipos están fuertemente arraigados en las personas desde su más temprana socialización y se activan frecuentemente de forma automática. Por el contrario las creencias personales se desarrollan de forma más tardía, como consecuencia, por ejemplo, de contacto con los miembros del otro grupo o de recibir una educación igualitaria. Así, son estructuras menos accesibles automáticamente que los estereotipos culturales -ya que al desarrollarse posteriormente se han utilizado con menor frecuencia-, y requieren de un proceso controlado, intencionado y motivado.
Como consecuencia, la respuesta por defecto incluso en personas no prejuiciosas será una respuesta basada en el estereotipo cultural que las personas igualitarias pueden inhibir si disponen del tiempo y la capacidad cognitiva para iniciar procesos controlados, como traer a su mente creencias personales.
Fuente: Manual de Psicología Social de la UNED
RACISMO AVERSIVO
Este modelo se basa principalmente en la negación por parte de los blancos de ser prejuiciosos y los sentimientos y creencias inconscientes que mantienen hacia los grupos minoritarios -marroquíes, negros...- transmitidas de generación en generación y potenciadas institucionalmente durante muchos años. No reflejan una hostilidad abierta, sino cierta incomodidad, inseguridad e incluso miedo. Muestra así un favoritismo hacia el propio grupo -es decir, los blancos/españoles- más que un rechazo a los negros/musulmanes/chinos/etc. Aunque no defienda una inferioridad genética de los negros u otros grupos minoritarios, sí refleja una creencia en la superioridad de los blancos/españoles. Por tanto, se experimenta una ambivalencia de sesgos raciales inevitables y de adherencia a principios no discriminatorios.
Las acciones de los racistas aversivos son más variables e inconsistentes que los tradicionales. Así, en ocasiones discriminan, y en otras no. Como conscientemente reconocen y defienden valores igualitarios y realmente aspiran a ser no prejuiciosos, no discriminarán en situaciones en las que existan normas sociales claras y en las que la discriminación sería obvia para ellos y para los demás. Sin embargo, debido a que poseen sentimientos negativos, en otras ocasiones los expresarán, pero de modo indirecto y racional, cuando puedan justificar o racionalizar una respuesta negativa basándose en factores distintos a los raciales, manteniendo así su autoconcepto de personas no prejuiciosas.
Por lo tanto, defienden un tratamiento igualitario y justo hacia los grupos, y a pesar de sus buenas intenciones conscientes, inconscientemente experimentan incomodidad. A pesar de no ser intencionado, las consecuencias de este racismo pueden ser tan dramáticas como las del racismo tradicional -una amenaza al bienestar de los grupos minoritarios y la restricción de oportunidades-. Además, este racismo se suele dar en personas que se consideran más bien "progresistas" y no "conservadoras".
Un estudio realizado en 2002 en Estados Unidos, consistente en interacciones entre personas blancas y negras, ponía de manifiesto que las personas blancas consideraban que su interacción había sido satisfactoria y no prejuiciosa, mientras que las personas negras se habían sentido insatisfechos e incómodos con la conducta de su compañero, por lo que las impresiones que intentaban transmitir los blancos no eran tan buenas como ellos creían.
En España, por ejemplo, este racismo se ve potenciado porque los inmigrantes no son ciudadanos de pleno derecho, por lo que se les percibe como una amenazaba para nuestro bienestar.
RACISMO MODERNO
Los racistas modernos perciben que los inmigrantes están amenazando los valores de la cultura del país, basados en la meritocracia. Por tanto, defienden los valores tradicionales de su cultura, y creen que los inmigrante no respetan esos valores y se aprovechan de la "discriminación positiva". Suele darse más entre personas conservadoras, y no se consideran racistas porque "sus creencias son hechos objetivos", y consideran que en la actualidad no existe discriminación hacia los inmigrantes porque "tienen las mismas oportunidades en el mercado laboral y en la sociedad en general que el resto". Además, cree que las demandas de los inmigrantes son excesivas y que se les da más de lo que merecen.
Así, los racistas modernos comparten con los racistas antiguos algunos sentimientos negativos hacia los inmigrantes, pero no asumen estereotipos tradicionales negativos (no creen, por ejemplo, que sean menos inteligentes), ni están de acuerdo con medidas segregacionistas. Por tanto, el punto clave es la transgresión de los valores tradicionales por parte de los inmigrantes. Justifican su inferioridad porque perciben una inferioridad cultural -en vez de genética, como los racistas tradicionales-. Por ejemplo, "los inmigrantes aquí enseñan a sus hijos valores diferentes de los del país". "Los inmigrantes ocupan puestos de trabajo que deberían ser ocupados por ciudadanos españoles" -esta segunda frase no me cansaré de escucharla-.
RACISMO AMBIVALENTE
Este concepto insiste en el conflicto emocional que experimentan los blancos/españoles al mantener dos actitudes contradictorias, experimentando sentimientos positivos y negativos hacia grupos raciales estigmatizados: por una parte, el igualitarismo y la defensa de valores democráticos y humanitarios, y por otra parte, el individualismo -según el cuál cada uno es responsable de su propio destino-, favoreciendo que se hagan atribuciones internas de la situación desfavorable de los inmigrantes y basándose en características personales.
Se diferencia del racista aversivo de que este no es consciente de estos sentimientos ambivalentes. Además, esta ambivalencia hace que se den respuestas más extremas -tanto positivas como negativas- para proteger la propia autoestima, y la dirección de la respuesta dependerá de que la accesibilidad relativa de sentimientos favorables o desfavorables hacia el colectivo.
MODELO DE DISOCIACIÓN
Este modelo describe la paradoja del prejuicio, y la contradicción entre las respuestas basadas en estereotipos culturales y sus creencias personales.
Así, los estereotipos están fuertemente arraigados en las personas desde su más temprana socialización y se activan frecuentemente de forma automática. Por el contrario las creencias personales se desarrollan de forma más tardía, como consecuencia, por ejemplo, de contacto con los miembros del otro grupo o de recibir una educación igualitaria. Así, son estructuras menos accesibles automáticamente que los estereotipos culturales -ya que al desarrollarse posteriormente se han utilizado con menor frecuencia-, y requieren de un proceso controlado, intencionado y motivado.
Como consecuencia, la respuesta por defecto incluso en personas no prejuiciosas será una respuesta basada en el estereotipo cultural que las personas igualitarias pueden inhibir si disponen del tiempo y la capacidad cognitiva para iniciar procesos controlados, como traer a su mente creencias personales.
Fuente: Manual de Psicología Social de la UNED
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