La agresividad humana: raíces biológicas e influencia cultural y social
Cuando hablamos de agresión, en Psicología Social se suelen distinguir dos tipos de agresión: a) la agresión hostil, caracterizada por una fuerte carga emocional, por ser impulsiva y estar motivada principalmente con el objetivo de hacer daño al otro, y b) la agresión instrumental, más fría, premeditada, y no motivada exclusivamente por el deseo de hacer daño, sino por otra meta diferente, utilizada como medio para un determinado fin. En realidad, esta distinción es poco útil, porque en realidad ambas están muy relacionadas y los motivos muchas veces se entremezclan.
RAÍCES BIOLÓGICAS DE LA AGRESIVIDAD HUMANA
Según los enfoques evolucionistas, la tendencia que manifiestan los seres humanos actuales a comportarse agresivamente es producto de la evolución, ya que esta ha sido útil para la supervivencia y la reproducción, por lo cual se ha mantenido a pesar de sus consecuencias muchas veces perjudiciales, no solo para las víctimas, sino también a veces para el agresor. Por ejemplo, la conducta agresiva era necesaria para defenderse de los agresores, asegurarse una pareja con la que procrear, proteger a los hijos y luchar por los escasos recursos. De ahí que evolucionaran una serie de mecanismos cerebrales y de procesos fisiológicos que facilitaran esas conductas.
Existen varios indicios que avalan el componente innato de la conducta agresiva:
RAÍCES BIOLÓGICAS DE LA AGRESIVIDAD HUMANA
Según los enfoques evolucionistas, la tendencia que manifiestan los seres humanos actuales a comportarse agresivamente es producto de la evolución, ya que esta ha sido útil para la supervivencia y la reproducción, por lo cual se ha mantenido a pesar de sus consecuencias muchas veces perjudiciales, no solo para las víctimas, sino también a veces para el agresor. Por ejemplo, la conducta agresiva era necesaria para defenderse de los agresores, asegurarse una pareja con la que procrear, proteger a los hijos y luchar por los escasos recursos. De ahí que evolucionaran una serie de mecanismos cerebrales y de procesos fisiológicos que facilitaran esas conductas.
Existen varios indicios que avalan el componente innato de la conducta agresiva:
- Aparece demasiado temprano en el desarrollo del niño como para que pueda deberse sólo al aprendizaje.
- Se encuentra en todas las sociedades conocidas, aunque existan diferencias culturales en cuanto a su expresión.
- Diversos factores genéticos parecen predisponer a las personas a ser más o menos agresivas -así lo demuestran estudios de genética del comportamiento realizados con gemelos adoptados por diferentes familias- y sobre secuencias de ADN que afectan a los neurotransmisores.
- Se ha encontrado una relación entre los niveles de testosterona y cortisol y la conducta agresiva. La testosterona afecta el desarrollo de estructuras corporales -como fortaleza física- que influyen en la probabilidad de realizar conductas agresivas con éxito. La combinación así de altos niveles de testosterona (estimuladora de la conducta agresiva) y cortisol (que tiene un efecto de sensibilización al castigo y miedo a asumir riesgos) predice niveles altos de agresión.
- Un neurotransmisor, la serotonina, y algunas regiones cerebrales del sistema límbico y del córtex prefrontal desempeñan un papel importante en el comportamiento agresivo, tanto en sus manifestaciones como en su control.
LA INFLUENCIA AMBIVALENTE DE LA CULTURA
Como en todo comportamiento social humano, el sustrato biológico se combina con el influjo de la cultura. Esta influencia se puede contemplar de múltiples formas. Por ejemplo, gracias a la cultura, los seres humanos no necesitamos recurrir a la agresión para conseguir los objetivos que nos proponemos, podemos obtenerlos por otros medios. Gracias a la cultura y mediante la socialización, las personas aprenden a controlar su ira y sus impulsos agresivos. Las normas que impone la cultura como forma de proteger el orden social y la convivencia son interiorizadas por los individuos, influyendo en su comportamiento.
Respecto al desarrollo madurativo del niño, el período de mayor incidencia de la agresión física se da entre los 1 y los 3 años de edad; después, por lo general, la agresión va disminuyendo, o en su lugar se produce una mayor agresión verbal e indirecta. Además, durante el proceso de socialización, las normas y valores culturales se interiorizan hasta formar parte de nuestro propio sistema de valores de la persona, guiando el comportamiento mediante mecanismos de autocontrol o autorregulación, anticipando consecuencias negativas tanto para nosotros (como sentimientos de culpa o vergüenza) como para los demás.
Pero además de transmitir normas contra la agresión, la cultura a veces contribuye a su presencia -como el nacionalismo extremo, los conflictos religiosos o la influencia de los medios de comunicación-. Por otro lado, existen diferencias culturales en el grado de aceptación de la conducta agresiva, tanto en las formas que puede adoptar esta como en relación a los motivos que la justifican (culturas de la violencia).
En definitiva, ninguna cultura fomenta directamente el comportamiento agresivo, pero el hecho de tolerarlo o justificarlo hace que deje de actuar como freno a la tendencia natural del ser humano a la agresión.
Por lo tanto, tanto factores genéticos, biológicos, evolucionistas y sociales, personales o culturales se entremezclan para intentar dar una explicación a la conducta agresiva.
Más adelante abordaré algunos temas como "la agresión como impulso innato", las teorías psicosociales de la agresión o las causas de esta.
Fuente: Manual de Psicología Social de la UNED.
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